Admirar un bosque en la Patagonia Chilena en otoño es realmente una experiencia de otro planeta, el siempre verde se torna a una calidez impresionante donde todo aquello que está alrededor se convierte, incluyéndonos. Prendió mi alma y mi corazón, el bosque de lleno de nativos, en especial las Lengas con sus danzas. ¿Se han percatado que estas tienen su propio movimiento? Como si de pequeñas plumas se tratara, sus hojas van cayendo con una gracia inherente. Los bailes maravillosos de la naturaleza nativa poseen magia y es la misma la que termina por traspasar a través de nuestros poros hasta lo más profundo de nuestra psiquis.
La fuerza de sus colores en tonos amarillentos, anaranjados y rojizos viene a despertarnos sin dejarnos de cobijar, emanando la energÃa y lucidez para poder discernir que se permanece y que se va, como si de un calor viviente se tratase. Las Lengas son una especie representativa del bosque andino patagónico, donde también se les conoce como el roble de Tierra del Fuego. Impresionantemente crecen en las laderas de las montañas hasta con 2.000 metros de altura, tolerando heladas de hasta -20ºC. Donde converge el frÃo invierno y su calidez, existen grandes lecciones de fortaleza y cambios. También son capaces de recuperarse tras incendios, creciendo de formas extravagantes y adaptándose a como el viento las moldee.
Volver al origen se trata de quemarse y renacer, de ver como arde todo aquello que fue y hoy se convierte en algo más. El otoño es el escenario perfecto para hacer esas transformaciones, pues te sientes uno con las estación y empiezas a seguir el ritmo de sus pasos. Entre aquellas melodÃas se susurran mutuamente lo que se permitirán soltar, aquello que se va a quedar como un recuerdo para atesorar y lo que simplemente se dejará libre.
Lengas - Nothofagus pumilio